Veréis, hace ya algunos años, (¡pero bueno, qué digo, hace ya muuuchos años, dos siglos, para ser exactos!), en un lugar muy lejano para vosotros, nació, en un pequeño pueblecito de Nueva Zelanda, una hermosa isla de Oceanía, un joven brillante al que todos conocían con el nombre de Ernest Rutherford, nombre que, por otra parte, quedaría consagrado en la historia de la ciencia por los siglos de los siglos. Hijo de un granjero escocés y de una maestra británica, el pequeño Ernest demostró desde su más tierna infancia el gusto por la aritmética. Sus padres, viendo la buena disposición que tenía el chico hacia los estudios, y observando sus grandes inquietudes (entre las que también se encontraba, por cierto el rugby), decidieron matricularlo tiempo después en la Universidad de Canterbury College, donde ya comenzó a participar en los clubes de ciencia, y cómo no, en algún que otro partido de rugby, deporte en el que mostró también una gran destreza. Y fue por esta época cuando nuestro protagonista comenzó a realizar sus primeros experimentos científicos, que le llevaron al descubrimiento de las propiedades magnéticas del hierro.
Poco después, y en vista de sus excelentes resultados académicos, tras licenciarse, Ernest consiguió el título de maestro impartiendo clases de Matemáticas y Física, y emprendió un viaje a Gran Bretaña para trabajar en los Laboratorios Cavendish de Cambridge, a las órdenes de otro gran científico, descubridor del electrón, J.J. Thomsom. En realidad, y como podéis imaginar, a muy pocos estudiantes se le concedía una oportunidad como esta. Fueron muchas las investigaciones que realizó durante su estancia en Inglaterra, por ejemplo, en el ámbito de la radioactividad (el descubrimiento del neutrón, núcleo atómico de los átomos, fue muy importante), lo que le causó muchas críticas entre los científicos de la época, y, paradójicamente, el reconocimiento de la Royal Society en 1903, quien le galardonó con la Medalla Rumford en 1904.
A continuación, podéis observar, de una forma más visual, cuáles son algunos de los elementos (entre ellos, como ya os he mencionado, el neutrón) estudiados por Rutherford. Si os interesa, y queréis repasar lo aprendido, os recomendaría que le echaseis un vistazo al siguiente enlace web para que comprendáis mejor cómo funcionan los átomos:
...Y como los caminos de la ciencia, a veces, por esas casualidades del destino, se cruzan con los del amor, Ernest conoce a Mary Newton, a quien ofrece su vida y con quien acaba casándose y teniendo una preciosa hija: Eileen.
Sin embargo, no sería hasta algunos años después cuando Ernest diera luz a uno de los grandes hallazgos de la Física: la estructura del núcleo atómico, algo que ahora nos parece de lo más normal del mundo, si bien para este científico resultó un proceso bastante complejo, y que hemos explicado a través de las imágenes de arriba. Por entonces se sabía que dentro de los átomos había electrones, partículas cargadas negativamente. Este modelo, propuesto por J.J. Thomson, venía a explicar que el átomo era como una especie de esfera maciza cargada positivamente en cuyo interior se encontraban los electrones en posición fija, algo así como una sandía haciendo las pepitas el papel de electrones.
Hasta que un buen día, Rutherford, investigando las colisiones de partículas alfa (os aclaro que Ernest clasificó las partículas radioactivas en alfa, beta y gamma) sobre láminas de metal, observó para su sorpresa que esas partículas rebotaban hacia atrás, hacia el punto de lanzamiento, lo que le hizo deducir que dentro del átomo había algo duro y muy pesado, descubriendo así el modelo que actualmente utilizamos, en el que el átomo tiene una parte central llamada núcleo y una corteza electrónica que contiene los electrones, los cuales realizan un movimiento muy similar a nuestro sistema planetario alrededor del Sol, y así precisamente lo describió Rutherford para que sus contemporáneos lo comprendiesen mejor.
Por tanto, la genialidad de Ernest residió en haber roto con el modelo tradicional de Thomson, y por ello recibiría años más tarde el Premio Nobel de Química, a pesar de que, según cuentan algunas fuentes, hubera preferido recibir el de Física, puesto que ésa era su especialidad, ¿Una nueva ironía del destino? Quizás sí...Lo realmente sorprendente es que, no mucho tiempo después, el modelo de Rutherford sería aplicado y adaptado a la Física Cuántica (ciencia que estudia los fenómenos a escala microscópica):
Imagen tomada de la sección digital www.quo.es
En definitiva, el modelo atómico de Rutherford podría resumirse en los siguientes tres puntos básicos:
El átomo posee un núcleo central pequeño, con carga eléctrica positiva, que contiene casi toda la masa del átomo.
Los electrones giran a grandes distancias alrededor del núcleo en órbitas circulares.
La suma de las cargas eléctricas negativas de los electrones debe ser igual a la carga positiva del núcleo, ya que el átomo es eléctricamente neutro.
...Y así fue como nuestro gran Ernest pasó a la historia de la ciencia como uno de los grandes físicos de la humanidad. Espero que hayáis entendido bien cómo funciona esto de los átomos. Si bien se mira, todo es como una gran galaxia donde cada planeta juega un papel fundamental.
Me gustaría terminar esta entrada con una frase que para mí resume todo lo que hasta aquí hemos explicado, y que encontré, por otra de esas casualidades, en una de mis novelas favoritas, El Principito, y es que "lo esencial es invisible a los ojos"...
Muy buen trabajo, como siempre. Enhorabuena Alicia.
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